De monstruos, degenerados y tarados

Introducción

En el año 2006 la película 300 puso en escena el vigor, la masculinidad heroica y resistencia patriótica de los Espartanos, resultando ser - como era de esperar - un éxito comercial. Se relata la hazaña de 300 soldados espartanos que en la batalla de las Termopilas le hacen frente al invasor, opresor y Dios-Rey persa Jerjes. En un momento preciso aparece el carácter monstruoso Efialtes, un hombre deforme y jorobado, para ofrecer sus capacidades y conocimientos al rey esparta Leonidas. Este lo rechaza por no poder sostener el escudo correctamente, por lo cual Efialtes se hace complice del rey dios Jerjes y sus perversidades, mostrándole al ejercito opresor el camino a la retaguardia de Leonidas y así definiendo el final sangriento de sus sueños libertadores.

Aunque esa película es poco fiel a los sucesos, contextos y personajes históricos, la actitud de rechazar a Efialtes por ser una “persona con discapacidad”¹ que a causa de su carencia y debilidad no puede aportar nada ni tiene fuerza liberadora, encaja bien en como se describe la sociedad espartana.²

¿Y que de nuestras sociedades occidentales? Después de casi 2500 años, el nacimiento y la expansión del cristianismo, la reformación, la revolución francesa y la ilustración, después de la democratización de gran parte del mundo y el surgimiento de ideas como pluralidad y multiculturalidad, ¿qué lugar en medio de nosotros le damos a lo débil, a lo diferente?

Monstruos, degenerados y tarados

Como vimos en la introducción, ya en tiempos muy antiguos la discapacidad ha sido una razon valida para discriminar, apartar y descartar una persona como no-persona. Sin embargo, vale la pena indagar más profundo en la historia occidental para entender el porque de tal actitud y negación del sujeto.

De los padres de la iglesia fue Agustín el que se interesó más por las “personas con discapacidad” quienes para él eran igual de monstruoso que los seres anormales que supuestamente poblaban los confines del mundo. Sin embargo Agustín no las descartó como error de la creación divina, sino las dio un lugar especifico en la historia de Dios. Al derivar la palabra monstruo del latín monstrare, es decir demostrar, halló la razón de ser de las “personas con discapacidad” justamente en su monstruosidad, su ser significantes transcendentes. Ellas, con sus cuerpos incompletos y anormales señalan al más allá, al poder divino que al final de los tiempos hará entero todo cuerpo. Pero lo utópico del más allá, la normalización del cuerpo humano en el cielo, ya se muestra en el más acá, en el poder sanador del Espíritu Santo que obra a través de su iglesia. Por eso no hay nada que pueda impedir que los monstruos sean curados y normalizados ya en el más acá porque como significantes trascendentes sirven de pantalla para lo milagroso en lo cotidiano que pasará después con todos los cuerpos en el cielo.³

Durante la Edad Media y la Reformación cambió la interpretación de la discapacidad. Mientras Agustín afirmó que las “personas con discapacidad” eran parte de la creación, se impuso en los siglos posteriores el imaginario de que ellas de una u otra manera estaban en contacto con, poseídas de o hasta creadas por poderes diabólicos. Por tratarse entonces de un peligro para la sacralidad e integridad de la Cristiandad, se optó por apartarlas y excluirlas de los pueblos e iglesias, exterminarlas para conjurar los poderes del mal o rescatarlas de esos poderes, sanando y exorcizandolas. Para justificar tales actitudes las iglesias se basaron sobre una relectura de las leyes de pureza (Lev 13-14) y los relatosjesuanicos de milagros y sanación.⁴

Con el surgimiento de la burguesía, la revolución francesa y la secularización se popularizó la palabra normal y el discurso medico-rehabilitador. Es aquí donde la discapacidad es definida como anomalía explícitamente opuesta a una normalidad que es normalizada a través de la escuela, institutos, cuarteles, fabricas y hospitales, de modo que es imposible pensar lo uno sin el otro. Las “personas con discapacidad” son ubicadas una vez más en los confines del mundo-normalidad como portadores de cuerpos incompletos, anormales y degenerados, que requieren de sanación y normalización.⁵

Hoy en día sigue vigente el discurso medico-rehabilitador que es complementado por el discurso del modelo mercantil neoliberal y potenciado a través de las nuevas tecnologías científicas y de comunicación masiva. Lo normal-ideal es una persona física y psíquicamente en buen estado y con una alta capacidad de producir y consumir.

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¹ Usare este termino negativo entre comillas hasta introducir más adelante otro que me parece más valido y positivo.

² “Nacido un hijo, no era dueño el padre de criarle, sino que tomándole en los brazos, le llevaba a un sitio llamado Lesca, donde sentados los más ancianos de la tribu, reconocían el niño, y si era bien formado y robusto, disponían que se le criase repartiéndole una de las nueve mil suertes; mas si le hallaban degenerado y monstruoso, mandaban llevarle las que se llamaban apotetas o expositorios, lugar profundo junto al Taigeto; como que a un parto no dispuesto desde luego para tener un cuerpo bien formado y sano, por sí y por la ciudad le valía más esto que el vivir. ” Plutarco, Vidas paralelas, p.88-89.

³ Betcher, Monstrosities, p. 85-86.

⁴ Durai, Church, p. 2-6.

⁵ Díaz/Ferreira, Discapacidad, p. 292-296.